Cuando la histología no permite distinguir si una proliferación linfoide es reactiva (p.e. hiperplasia ganglionar linfoide, enteritis linfoplasmacítica, etc) o neoplásica (p.e. linfoma nodal, linfoma alimentario, etc), en el informe histopatológico proponemos y recomendamos realizar o bien técnicas inmunocitoquímicas o bien pruebas de clonalidad. El fundamento de estas pruebas ya se ha explicado en profundidad anteriormente en este blog (ver Pruebas Pronóstico (4). Linfomas). A pesar de ello, cuando el veterinario recibe el informe histopatológico, cuál es la diferencia entre ambas pruebas sigue siendo una pregunta habitual. Intentaremos explicar ahora en qué se diferencian estas técnicas con un ejemplo más ameno.
Imaginemos un equipo de fútbol como la selección española, integrado principalmente por jugadores del Real Madrid y del Barça, pero todos ellos vistiendo la misma camiseta de color rojo y al que vemos jugar desde la última gradería de manera que no podemos reconocer las caras de los jugadores. Un infiltrado linfoide al microscopio, en una tinción de rutina como la que aplicamos para el diagnóstico de biopsias, es algo semejante. Sólo vemos linfocitos azules, aún cuando sabemos con seguridad que la mitad de ellos pueden ser linfocitos T (p.e. Real Madrid) y la otra mitad linfocitos B (p.e. Barça). Como todas las neoplasias son monoclonales, para que ese equipo de fútbol representase una “neoplasia”, no solamente deberían ser todos los jugadores de un mismo equipo (Barça o R. Madrid) sino que debería tratarse en los 11 componentes del equipo del mismo jugador.
Sabiendo esto tenemos dos opciones para distinguir tumor de no-tumor. La opción A nos permite saber qué jugadores son del R. Madrid y qué jugadores son del Barça, pero no reconoceremos el jugador en concreto. Esto es la inmunocitoquímica. Es decir, mediante anticuerpos monoclonales frente a un antígeno (CD3) de los linfocitos T y un antígeno los linfocitos B (CD20), conseguiremos revelar si los linfocitos de ese infiltrado que afecta por ejemplo a la pared del intestino y que visten todos la camiseta roja son todos de un mismo equipo (p.e. R. Madrid) y por tanto es más probable que se trate de una neoplasia, en este caso un linfoma alimentario. Por el contrario, si la inmunocitoquímica revela que la mitad de los jugadores son del R. Madrid y la otra mitad del Barça, es decir mitad linfocitos B y mitad linfocitos T, en ese caso es seguro que no es una neoplasia sino una enteritis. Ahora bien, el hecho de que la inmunocitoquímica nos diga que todos son del Madrid o todos del Barça no nos asegura al cien por cien, viéndolo desde la última gradería, que se trate de un tumor porque seguimos sin ver la cara de los jugadores, sólo nos lo sugiere. Como hemos dicho antes, para que se trate de un tumor todo el equipo tiene que ser el mismo jugador.
La opción B es la valoración de la clonalidad. Aquí no marcamos la camiseta del Barça o del R. Madrid. Mediante PCR identificamos los jugadores en concreto y podemos saber si el equipo está formado por distintos jugadores (policlonal) y por tanto es una inflamación o bien por un único jugador (monoclonal) y por tanto es una neoplasia.
Y ahora viene la respuesta a la pregunta: ¿ que prueba elijo, inmunocitoquímica o clonalidad ? Solamente hay dos consideraciones: la especificidad que exijamos y qué coste estamos dispuestos a asumir. Saber solamente si son jugadores del Barça o del Madrid es más económico que saber si todo el equipo está formado por el mismo jugador, pero a la vez tiene más riesgo de interpretar el proceso como neoplasia cuando podría no serlo.