Aunque lo habitual es asociar las lesiones que aparecen en bazo como nodulaciones con tumores, en especial hemangiosarcomas, no siempre se trata de procesos neoplásicos. En el bazo, las lesiones nodulares, únicas o múltiples, además de procesos tumorales, también pueden ser consecuencia de hematomas esplénicos, focos de hiperplasia folicular, “nódulos fibrohistiocíticos” o focos de hiperesplecnismo (metaplasia mieloide). Ninguno de estos tres procesos tiene carácter neoplásico y, sin embargo, los tres pueden mostrarse ecográfica e incluso macroscópicamente semejantes a tumores. Por tanto, no sólo es imprescindible examinar histológicamente cualquier nódulo esplénico para determinar su naturaleza, sino también cabe estar prevenido frente a diagnósticos que pueden sorprender ante el aspecto aparentemente neoplásico de procesos que no son de esta naturaleza.
Otro aspecto a tener en cuenta en el caso concreto del hemangiosarcoma esplénico es su heterogeneidad. El hemangiosarcoma es una neoplasia de origen vascular; es decir, en su crecimiento reproduce estructuras vasculares muy irregulares que pueden crear cavernas con gran contenido en sangre, y en otros casos necrosarse fácilmente. Así, si se examinan histológicamente partes de un hemangiosarcoma es frecuente encontrar únicamente tejido sanguinolento o necrosado sin restos de tumor. Por ello es fundamental cuando se sospecha de un hemangiosarcoma examinar diferentes zonas de la nodulación, en particular aquellas de aspecto más consolidado, para poder detectar el tumor. No es necesario remitir la nodulación completa al laboratorio, en especial aquellas que adquieren gran volumen, si queremos evitar también el consiguiente peligro de autolisis (en cualquier muestra que supere 2 cm de tamaño). Es preferible examinar diversos fragmentos, representativos de la nodulación, procedentes de distintas zonas del tejido afectado, y de dimensiones reducidas para favorecer la penetración del formol.